AUTONOMÍA CURRICULAR 1° A "ME
SIENTO SEGURO, ME SIENTO FELIZ"
Realizar la siguiente
actividad y al final envía el trabajo al correo electrónico: abaremmanuel00@gmail.com o al whatsapp: 3310510931
Si tienes contacto con tus
compañeros, compárteles la lectura e instrucciones para que también la realice
y me la envíe.
LOS CUATRO ACUERDOS
Lee el siguiente texto y realiza
una paráfrasis comentando como lo aplicarás a tu persona en la vida cotidiana.
EL SEGUNDO ACUERDO
No te tomes nada personalmente
Los tres acuerdos siguientes nacen, en realidad, del primero. El Segundo
Acuerdo consiste en no tomarte nada personalmente. Suceda lo que suceda a tu
alrededor, no te lo tomes personalmente. Utilizando un ejemplo anterior, si te
encuentro en la calle y te digo: «¡Eh, eres un estúpido!», sin conocerte, no me
refiero a ti, sino a mí. Si te lo tomas personalmente, tal vez te creas que
eres un estúpido. Quizá te digas a ti mismo: «¿Cómo lo sabe? ¿Acaso es
clarividente o es que todos pueden ver lo estúpido que soy?». Te lo tomas
personalmente porque estás de acuerdo con cualquier cosa que se diga. Y tan
pronto como estás de acuerdo, el veneno te recorre y te encuentras atrapado en
el sueño del infierno. El motivo de que estés atrapado es lo que llamamos «la
importancia personal». La importancia personal, o el tomarse las cosas
personalmente, es la expresión máxima del egoísmo, porque consideramos que todo
gira a nuestro alrededor. Durante el período de nuestra educación (o de nuestra
domesticación), aprendimos a tomarnos todas las cosas de forma personal.
Creemos que somos responsables de todo. ¡Yo, yo, yo y siempre yo! Nada de lo que
los demás hacen es por ti. Lo hacen por ellos mismos. Todos vivimos en nuestro
propio sueño, en nuestra propia mente; los demás están en un mundo
completamente distinto de aquel en que vive cada uno de nosotros. Cuando nos
tomamos personalmente lo que alguien nos dice, suponemos que sabe lo que hay en
nuestro mundo e intentamos imponérselo por encima del suyo. Incluso cuando una
situación parece muy personal, por ejemplo cuando alguien te insulta
directamente, eso no tiene nada que ver contigo. Lo que esa persona dice, lo
que hace y las opiniones que expresa responden a los acuerdos que ha
establecido en su propia mente. Su punto de vista surge de toda la programación
que recibió durante su domesticación. Si alguien te da su opinión y te dice:
«¡Oye, estás muy gordo!», no te lo tomes personalmente, porque la verdad es que
se refiere a sus propios sentimientos, creencias y opiniones. Esa persona
intentó enviarte su veneno, y si te lo tomas personalmente, lo recoges y se
convierte en tuyo. Tomarse las cosas personalmente te convierte en una presa
fácil para esos depredadores, los magos negros. Les resulta fácil atraparte con
una simple opinión, después te alimentan con el veneno que quieren, y como te
lo tomas personalmente, te lo tragas sin rechistar. Te comes toda su basura
emocional y la conviertes en tu propia basura. Pero si no te lo tomas
personalmente, serás inmune a todo veneno aunque te encuentres en medio del
infierno. Esa inmunidad es un don de este acuerdo. Cuando te tomas las cosas
personalmente, te sientes ofendido y reaccionas defendiendo tus creencias y
creando conflictos. Haces una montaña de un grano de arena porque sientes la
necesidad de tener razón y de que los demás estén equivocados. También te
esfuerzas en demostrarles que tienes razón dando tus propias opiniones. Del
mismo modo, cualquier cosa que sientas o hagas no es más que una proyección de
tu propio sueño personal, un reflejo de tus propios acuerdos. Lo que dices, lo
que haces y las opiniones que tienes se basan en los acuerdos que tú has
establecido, y no tienen nada que ver conmigo. Lo que pienses de mí no es
importante para mí y no me lo tomo personalmente. Cuando la gente me dice:
«Miguel, eres el mejor», no me lo tomo personalmente, y tampoco lo hago cuando
me dice: «Miguel, eres el peor». Sé que cuando estés contento, me dirás:
«¡Miguel, eres un ángel!». Pero cuando estés enfadado conmigo, me dirás: «¡Oh,
Miguel, eres un demonio! Eres repugnante. ¿Cómo puedes decir esas cosas?».
Ninguno de los dos comentarios me afecta porque yo sé lo que soy. No necesito
que me acepten. No necesito que nadie me diga: «¡Miguel, qué bien lo haces!»,
o: «¿Cómo eres capaz de hacer eso?». No, no me lo tomo personalmente. Pienses
lo que pienses, sientas lo que sientas, sé que se trata de tu problema y no del
mío. Es tu manera de ver el mundo. No me lo tomo de un modo personal porque te
refieres a ti mismo y no a mí. Los demás tienen sus propias opiniones según su
sistema de creencias, de modo que nada de lo que piensen de mí estará realmente
relacionado conmigo, sino con ellos. Es posible que incluso me digas: «Miguel,
lo que dices me duele». Pero lo que te duele no es lo que yo digo, sino las
heridas que tienes y que yo he rozado con lo que he dicho. Eres tú mismo quien
se hace daño. No me lo puedo tomar personalmente en modo alguno, y no porque no
crea ni confíe en ti, sino porque sé que ves el mundo con distintos ojos, con
los tuyos. Creas una película entera en tu mente, y en ella tú eres el
director, el productor y el protagonista. Todos los demás tenemos papeles
secundarios. Es tu película. La manera en que ves esa película se basa en los
acuerdos que has establecido con la vida. Tu punto de vista es algo personal
tuyo. No es la verdad de nadie más que de ti. Por consiguiente, si te enfadas
conmigo, sé que eso está relacionado contigo. Yo soy la excusa para que tú te
enfades. Y te enfadas porque tienes miedo, porque te enfrentas a tu miedo. Si
no tuvieras miedo, no te enfadarías conmigo en modo alguno. Si no tuvieras
miedo, no me odiarías en modo alguno. Si no tuvieras miedo, no estarías triste
ni celoso en modo alguno. Si vives sin miedo, si amas, no hay lugar para ninguna
de esas emociones. Si no tienes ninguna de esas emociones, lógicamente te
sientes bien. Cuando te sientes bien, todo lo que te rodea está bien. Cuando
todo lo que te rodea es magnífico, todo te hace feliz. Amas todo lo que te
rodea porque te amas a ti mismo, porque te gusta como eres, porque estás
contento contigo mismo, porque te sientes feliz con tu vida. Estás satisfecho
con la película que tú mismo produces y con los acuerdos que has establecido
con la vida. Estás en paz y eres feliz. Vives en ese estado de dicha en el que
todo es verdaderamente maravilloso y bello. En ese estado de dicha, estableces
una relación de amor con todo lo que percibes en todo momento. Sea lo que sea
lo que la gente haga, piense o diga, no te lo tomes personalmente. Si te dice que
eres maravilloso, no lo dice por ti. Tú sabes que eres maravilloso. No es
necesario que otras personas te lo digan para creerlo. No te tomes nada
personalmente. Aun cuando alguien agarrase una pistola y te disparase en la
cabeza, no sería nada personal. Incluso hasta ese extremo. Ni siquiera las
opiniones que tienes sobre ti mismo son necesariamente verdad; por
consiguiente, no tienes la menor necesidad de tomarte cualquier cosa que oigas
en tu propia mente personalmente. La mente tiene la capacidad de hablarse a sí
misma, pero también tiene la capacidad de escuchar la información que está
disponible de otras esferas. Quizás a veces, cuando oyes una voz en tu mente,
te preguntes de dónde proviene. Es posible que esta voz provenga de otra
realidad en la que existan seres vivos con una mente muy similar a la humana.
Los toltecas denominaron a estos seres «aliados». En Europa, África y la India
los llamaron «dioses». Nuestra mente también existe en el nivel de los dioses,
también vive en esa realidad y es capaz de percibirla. La mente ve con los ojos
y percibe la realidad de cuando estamos despiertos. Pero también ve y percibe
sin los ojos, aunque la razón apenas es consciente de esta percepción. La mente
vive en más de una dimensión. Es posible que en ocasiones tengas ideas que no
se originan en tu mente, pero las percibes con ella. Tienes derecho a creer o
no lo que esas voces te dicen y a no tomártelo personalmente. Tenemos la opción
de creer o no las voces que oímos en nuestra propia mente, del mismo modo en
que decidimos qué creer y qué acuerdos tomar en el sueño del planeta. La mente
también es capaz de hablarse y escucharse a sí misma. Tu mente está dividida,
igual que lo está tu cuerpo. Del mismo modo en que puedes estrechar con una
mano tu otra mano y sentirla, la mente puede hablar consigo misma. Una parte de
tu mente habla y otra escucha. Cuando muchas partes de tu mente hablan todas al
mismo tiempo, se origina un gran problema. A esto lo llamamos mitote,
¿recuerdas? Podemos comparar el mitote con un enorme mercado en el que miles de
personas hablan y hacen trueques a la vez. Cada una tiene pensamientos y
sentimientos diferentes; cada una tiene un punto de vista distinto. Todos los
acuerdos que hemos establecido ‐ la programación de la mente
‐ no son necesariamente compatibles entre sí. Cada acuerdo es como un ser
vivo independiente; tiene su propia personalidad y su propia voz. Hay acuerdos
incompatibles, que se contradicen los unos a los otros, y el conflicto se va
extendiendo hasta que estalla una gran guerra en la mente. El mitote es la
razón por la que los seres humanos apenas saben lo que quieren, cómo lo quieren
o cuándo lo quieren. No están de acuerdo con ellos mismos porque unas partes de
la mente quieren una cosa y otras quieren exactamente lo contrario. Una parte
de la mente pone objeciones a determinados pensamientos y actos y otra los
apoya. Todos estos pequeños seres vivientes crean conflictos internos porque
están vivos y cada uno tiene su propia voz. Únicamente si hacemos un inventario
de nuestros acuerdos destaparemos todos los conflictos de la mente, y con el
tiempo llegaremos a extraer orden del caos del mitote. No te tomes nada
personalmente porque, si lo haces, te expones a sufrir por nada. Los seres
humanos somos adictos al sufrimiento en diferentes niveles y distintos grados;
nos apoyamos los unos a los otros para mantener esta adicción. Hemos acordado
ayudarnos mutuamente a sufrir. Si tienes la necesidad de que te maltraten, será
fácil que los demás lo hagan. Del mismo modo, si estás con personas que
necesitan Sufrir, algo en ti hará que las maltrates. Es como si llevasen un
cartel en la espalda que dijera: «Patéame, por favor». Piden una justificación
para su sufrimiento. Su adicción al sufrimiento no es más que un acuerdo que
refuerzan a diario. Vayas donde vayas, encontrarás a gente que te mentirá, pero
a medida que tu conciencia se expanda, descubrirás que tú también te mientes a
ti mismo. No esperes que los demás te digan la verdad, porque ellos también se
mienten a sí mismos. Tienes que confiar en ti y decidir si crees o no lo que
alguien te dice. Cuando realmente vemos a los demás tal como son sin tomárnoslo
personalmente, lo que hagan o digan no nos dañará. Aunque los demás te mientan,
no importa. Te mienten porque tienen miedo. Tienen miedo de que descubras que
no son perfectos. Quitarse la máscara social resulta doloroso. Si los demás
dicen una cosa, pero hacen otra y tú no prestas atención a sus actos, te
mientes a ti mismo. Pero si eres veraz contigo mismo, te ahorrarás mucho dolor
emocional. Decirte la verdad quizá resulte doloroso, pero no necesitas
aferrarte al dolor. La curación está en camino; que las cosas te vayan mejor es
sólo cuestión de tiempo. Si alguien no te trata con amor ni respeto, que se
aleje de ti es un regalo. Si esa persona no se va, lo más probable es que
soportes muchos años de sufrimiento con ella. Que se marche quizá resulte
doloroso durante un tiempo, pero finalmente tu corazón sanará. Entonces,
elegirás lo que de verdad quieres. Descubrirás que, para elegir correctamente,
más que confiar en los demás, es necesario que confíes en ti mismo. Cuando no
tomarte nada personalmente se convierta en un hábito firme y sólido, te
evitarás muchos disgustos en la vida. Tu rabia, tus celos y tu envidia
desaparecerán, y si no te tomas nada personalmente, incluso tu tristeza
desaparecerá. Si conviertes el Segundo Acuerdo en un hábito, descubrirás que
nada podrá devolverte al infierno. Una gran cantidad de libertad surge cuando
no nos tomamos nada personalmente. Serás inmune a los magos negros y ningún
hechizo te afectará, por muy fuerte que sea. El mundo entero puede contar
chismes sobre ti, pero si no te los tomas personalmente, serás inmune a ellos.
Alguien puede enviarte veneno emocional de forma intencionada, pero si no te lo
tomas personalmente, no te lo tragarás. Cuando no tomas el veneno emocional, se
vuelve más nocivo para el que lo envía, pero no para ti. Ya puedes ver cuán
importante es este acuerdo. No tomar nada personalmente te ayuda a romper
muchos hábitos y costumbres que te mantienen atrapado en el sueño del infierno
y te causan un sufrimiento innecesario. Bastará con practicar el Segundo
Acuerdo para que empieces a romper docenas de pequeños acuerdos que te hacen
sufrir. Y si practicas además el Primer Acuerdo, romperás el 75 por ciento de
estos pequeños acuerdos que te mantienen atrapado en el infierno. Escribe este
acuerdo en un papel y engánchalo en la nevera para recordarlo en todo momento:
No te tomes nada personalmente. Cuando te acostumbres a no tomarte nada
personalmente, no necesitarás depositar tu confianza en lo que hagan o digan
los demás. Bastará con que confíes en ti mismo para elegir con responsabilidad.
Nunca eres responsable de los actos de los demás; sólo eres responsable de ti
mismo. Cuando comprendas esto, de verdad, y te niegues a tomarte las cosas
personalmente, será muy difícil que los comentarios insensibles o los actos
negligentes de los demás te hieran. Si mantienes este acuerdo, viajarás por
todo el mundo con el corazón abierto por completo y nadie te herirá. Dirás: «Te
amo», sin miedo a que te rechacen o te ridiculicen. Pedirás lo que necesites.
Dirás sí o dirás no ‐ lo que tú decidas ‐ sin culparte ni
juzgarte. Siempre puedes seguir a tu corazón. Si lo haces, aunque estés en
medio del infierno, experimentarás felicidad y paz interior. Permanecerás en tu
estado de dicha y el infierno no te afectará en absoluto.
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