AUTONOMÍA CURRICULAR 1° A "ME
SIENTO SEGURO, ME SIENTO FELIZ"
Realizar la siguiente
actividad y al final envía el trabajo al correo electrónico: abaremmanuel00@gmail.com o al whatsapp: 3310510931
Si tienes contacto con tus compañeros,
compárteles la lectura e instrucciones para que también la realice y me la envíe.
LOS CUATRO ACUERDOS
Lee el siguiente texto y realiza
una paráfrasis comentando como lo aplicarás a tu persona en la vida cotidiana.
EL PRIMER ACUERDO Sé impecable con tus palabras El primer acuerdo
es el más importante también el más difícil de cumplir. Es tan importante que
sólo con él ya serás capaz de alcanzar el nivel de existencia que yo denomino
«el cielo en la tierra». El Primer Acuerdo consiste en ser impecable con tus
palabras. Parece muy simple, pero es sumamente poderoso. ¿Por qué tus palabras?
Porque constituyen el poder que tienes para crear. Son un don que proviene
directamente de Dios. En la Biblia, el Evangelio de San Juan empieza diciendo:
«En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era
Dios». Mediante las palabras expresas tu poder creativo, lo revelas todo.
Independientemente de la lengua que hables, tu intención se pone de manifiesto
a través de las palabras. Lo que sueñas, lo que sientes y lo que realmente
eres, lo muestras por medio de las palabras. No son sólo sonidos o símbolos
escritos. Son una fuerza; constituyen el poder que tienes para expresar y
comunicar, para pensar y, en consecuencia, para crear los acontecimientos de tu
vida. Puedes hablar. ¿Qué otro animal del planeta puede hacerlo? Las palabras
son la herramienta más poderosa que tienes como ser humano, el instrumento de
la magia. Pero son como una espada de doble filo: pueden crear el sueño más
bello o destruir todo lo que te rodea. Uno de los filos es el uso erróneo de
las palabras, que crea un infierno en vida. El otro es la impecabilidad de las
palabras, que sólo engendrará belleza, amor y el cielo en la tierra. Según cómo
las utilices, las palabras te liberarán o te esclavizarán aún más de lo que
imaginas. Toda la magia que posees se basa en tus palabras. Son pura magia, y
si las utilizas mal, se convierten en magia negra. Esta magia es tan poderosa,
que una sola palabra puede cambiar una vida o destruir a millones de personas.
Hace años, en Alemania, mediante el uso de las palabras, un hombre manipuló a
un país entero de gente muy inteligente. Los llevó a una guerra mundial sólo
con el poder de sus palabras. Convenció a otros para que cometieran los más
atroces actos de violencia. Activó el miedo de la gente, y de pronto, como una
gran explosión, empezaron las matanzas y el mundo estalló en guerra. En todo el
planeta los seres humanos han destruido a otros seres humanos porque tenían
miedo. Las palabras de Hitler, que se basaban en creencias y acuerdos generados
por el miedo, serán recordadas durante siglos. La mente humana es como un campo
fértil en el que continuamente se están plantando semillas. Las semillas son
opiniones, ideas y conceptos. Tú plantas una semilla, un pensamiento, y éste
crece. Las palabras son como semillas, ¡y la mente humana es muy fértil! El
único problema es que, con demasiada frecuencia, es fértil para las semillas
del miedo. Todas las mentes humanas son fértiles, pero sólo para la clase de
semilla para la que están preparadas. Lo importante es descubrir para qué clase
de semillas es fértil nuestra mente, y prepararla para recibir las semillas del
amor. Fíjate en el ejemplo de Hitler: Sembró todas aquellas semillas de miedo,
que crecieron muy fuertes y consiguieron una extraordinaria destrucción masiva.
Teniendo en cuenta el pavoroso poder de las palabras, debemos comprender cuál
es el poder que emana de nuestra boca. Si plantamos un miedo o una duda en
nuestra mente, creará una serie interminable de acontecimientos. Una palabra es
como un hechizo, y los humanos utilizamos las palabras como magos de magia
negra, hechizándonos los unos a los otros imprudentemente. Todo ser humano es
un mago, y por medio de las palabras, puede hechizar a alguien o liberarlo de
un hechizo. Continuamente estamos lanzando hechizos con nuestras opiniones. Por
ejemplo, me encuentro con un amigo y le doy una opinión que se me acaba de
ocurrir. Le digo: «¡Mmmm! Veo en tu cara el color de los que acaban teniendo
cáncer». Si escucha esas palabras y está de acuerdo, desarrollará un cáncer en
menos de un año. Ese es el poder de las palabras. Durante nuestra
domesticación, nuestros padres y hermanos expresaban sus opiniones sobre
nosotros sin pensar. Nosotros nos creíamos lo que nos decían y vivíamos con el
miedo que nos provocaban sus opiniones, como la de que no servíamos para nadar,
para los deportes o para escribir. Alguien da una opinión y dice: «¡Mira qué
niña tan fea!». La niña lo oye, se cree que es fea y crece con esa idea en la
cabeza. No importa lo guapa que sea; mientras mantenga ese acuerdo, creerá que
es fea. Estará bajo ese hechizo. Este acuerdo es muy difícil de romper, y es
posible que te lleve a realizar muchas cosas con el único fin de convencerte de
que realmente eres estúpido. Puede que hagas algo y te digas a ti mismo: «Me
gustaría ser inteligente, pero debo de ser estúpido, porque si no lo fuera, no
habría hecho esto». La mente se mueve en cientos de direcciones diferentes y
podríamos pasarnos días enteros atrapados únicamente por la creencia en nuestra
propia estupidez. Pero un día alguien capta tu atención y con palabras te hace
saber que no eres estúpido. Crees lo que esa persona dice y llegas a un nuevo
acuerdo. Y el resultado es que dejas de sentirte o de actuar como un estúpido.
Se ha roto todo el hechizo sólo con la fuerza de las palabras. Y a la inversa,
si crees que eres estúpido y alguien capta tu atención y te dice: «Sí,
realmente eres la persona más estúpida que jamás he conocido», el acuerdo se
verá reforzado y se volverá todavía más firme. Veamos ahora lo que significa la
palabra «impecabilidad». Significa «sin pecado». «Impecable» proviene del latín
pecatus, que quiere decir «pecado». El im significa «sin», de modo que
«impecable» quiere decir «sin pecado». Las religiones hablan del pecado y de
los pecadores, pero entendamos qué significa realmente pecar. Un pecado es
cualquier cosa que haces y que va contra ti. Todo lo que sientas, creas o digas
que vaya contra ti es un pecado. Vas contra ti cuando te juzgas y te culpas por
cualquier cosa. No pecar es hacer exactamente lo contrario. Ser impecable es no
ir contra ti mismo. Cuando eres impecable, asumes la responsabilidad de tus
actos, pero sin juzgarte ni culparte. Desde este punto de vista, todo el
concepto de pecado deja de ser algo moral o religioso para convertirse en una
cuestión de puro sentido común. El pecado empieza con el rechazo de uno mismo.
El mayor pecado que cometes es rechazarte a ti mismo. En términos religiosos,
el autorrechazo es un «pecado mortal», es decir que te conduce a la muerte. En
cambio, la impecabilidad te conduce a la vida. Ser impecable con tus palabras
es no utilizarlas contra ti mismo. Si te veo en la calle y te llamo estúpido,
puede parecer que utilizo esa palabra contra pero en realidad la utilizo contra
mí mismo, porque tú me odiarás por ello y tu odio no será bueno para mí. Por lo
tanto, si me enfurezco y con mis palabras te envío todo mi veneno emocional,
las estoy utilizando en mi contra. Si me amó a mí mismo, expresaré ese amor en
mis relaciones contigo y seré impecable con mis palabras, porque la acción
provoca una reacción semejante. Si te amó, tú me amarás. Si te insultó, me
insultarás. Si siento gratitud por ti, tú la sentirás por mí. Si soy egoísta
contigo, tú lo serás conmigo. Si utilizó mis palabras para hechizarte, tú
emplearás las tuyas para hechizarme a mí. Ser impecable con tus palabras
significa utilizar tu energía correctamente, en la dirección de la verdad y del
amor por ti mismo. Si llegas a un acuerdo contigo para ser impecable con tus
palabras, eso bastará para que la verdad se manifieste a través de ti y limpie
todo el veneno emocional que hay en tu interior. Pero llegar a este acuerdo es
difícil, porque hemos aprendido a hacer precisamente todo lo contrario. Hemos
aprendido a hacer de la mentira un hábito al comunicarnos con los demás, y aún
mas importante, al hablar con nosotros mismos. No somos impecables con nuestras
palabras. En el infierno, el poder de las palabras se emplea de un modo
totalmente erróneo. Las usamos para maldecir, para culpar, para reprochar, para
destruir. También las utilizamos correctamente, por supuesto, pero no lo
hacemos muy a menudo. Por lo general, empleamos las palabras para propagar nuestro
veneno personal: para expresar rabia, celos, envidia y odio. Las palabras son
pura magia ‐ el don más poderoso que tenemos como seres
humanos ‐ y las utilizamos contra nosotros mismos. Planeamos
vengarnos y creamos caos con las palabras. Las usamos para fomentar el odió
entre las distintas razas, entre diferentes personas, entre las familias, entre
las naciones ... Hacemos un mal usó de las palabras con gran frecuencia, y así
es como creamos y perpetuamos el sueño del infierno. Con el usó erróneo de las
palabras, nos perjudicamos los unos a los otros y nos mantenemos mutuamente en
un estado de miedo y duda. Dado que las palabras son la magia que poseemos los
seres humanos y su uso equivocado es magia negra, utilizamos la magia negra
constantemente sin tener la menor idea de ello. Por ejemplo, había una vez una
mujer inteligente y de gran corazón. Esta mujer tenía una hija a la que
adoraba. Una noche llegó a casa después de un duro día de trabajo, muy cansada,
tensa y con un terrible dolor de cabeza. Quería paz y tranquilidad, pero su
hija saltaba y cantaba alegremente. No era consciente de cómo se sentía su
madre; estaba en su propio mundo, en su propio sueño. Se sentía de maravilla y
saltaba y cantaba cada vez más fuerte, expresando su alegría y su amor. Cantaba
tan fuerte que el dolor de cabeza de su madre aún empeoró más, hasta que, en un
momento determinado, la madre perdió el control. Miró muy enfadada a su
preciosa hija y le dijo: «¡Cállate! Tienes una voz horrible. ¿Es que no puedes
estar callada?». Lo cierto es que, en ese momento, la tolerancia de la madre
frente a cualquier ruido era inexistente; no era que la voz de su hija fuera
horrible. Pero la hija creyó lo que le dijo su madre y llegó a un acuerdo con
ella misma. Después de esto ya no cantó más, porque creía que su voz era
horrible y que molestaría a cualquier persona que la oyera. En la escuela se
volvió tímida, y si le pedían que cantase, se negaba a hacerlo. Incluso hablar
con los demás se convirtió en algo difícil. Ese nuevo acuerdo hizo que todo
cambiase para esa niña: creyó que debía reprimir sus emociones para que la
aceptasen y la amasen. Siempre que escuchamos una opinión y la creemos,
llegamos a un acuerdo que pasa a formar parte de nuestro sistema de creencias.
La niña creció, y aunque tenía una bonita voz, nunca volvió a cantar.
Desarrolló un gran complejo a causa de un hechizo, un hechizo lanzado por la
persona que más la quería: su propia madre, que no se dio cuenta de lo que
había hecho con sus palabras. No se cuenta de que había utilizado magia negra y
había hechizado a su hija. Desconocía el poder de sus palabras, y por
consiguiente no se la puede culpar. Hizo lo que su propia madre, su padre y
otras personas habían hecho con ella de muchas maneras diferentes: utilizar mal
sus palabras. ¿Cuántas veces hacemos lo mismo con nuestros propios hijos? Les
lanzamos opiniones de este tipo y ellos cargan con esa magia negra durante años
y años. Las personas que nos quieren emplean magia negra con nosotros, pero no
saben lo que hacen. Por ello debemos perdonarlos, porque no saben lo que hacen.
Otro ejemplo: Te despiertas por la mañana sintiéndote muy contenta. Te sientes
tan bien, que te pasas dos horas delante del espejo arreglándote. Entonces, una
de tus mejores amigas te dice: «¿Qué te ha pasado? Estás horrorosa. Mira tu
vestido; haces el ridículo». Ya está; con eso es suficiente para enviarte a lo
más profundo del infierno. Quizás esa amiga te hizo este comentario sólo para
herirte, y lo consiguió. Te dio una opinión que llevaba tras ella todo el poder
de sus palabras. Si aceptas esa opinión, se convierte en un acuerdo, y entonces
tú misma pones todo tu poder en esa opinión, que se convierte en magia negra.
Los hechizos de este tipo son difíciles de romper. La única manera de deshacer
un hechizo es llegar a un nuevo acuerdo que se base en la verdad. La verdad es
el aspecto más importante del hecho de ser impecable con tus palabras. La
espada tiene dos filos: en uno están las mentiras que crean la magia negra, y
en el otro, está la verdad que tiene el poder de deshacer los hechizos. Sólo la
verdad nos hará libres. Considera las relaciones humanas diarias, e imagínate
cuántas veces nos lanzamos hechizos los unos a los otros con nuestras palabras.
Con el tiempo, esto se ha convertido en la peor forma de magia negra: son los
chismes. Los chismes son magia negra de la peor clase, porque son puro veneno.
Aprendimos a contar chismes por acuerdo. De niños, escuchábamos a los adultos
que nos rodeaban chismorrear sin parar y expresar abiertamente su opinión sobre
otras personas. Incluso opinaban sobre gente a la que no conocían. Mediante
esas opiniones, transferían su veneno emocional, y nosotros aprendimos que ésta
era la manera normal de comunicarse. Contar chismes se ha convertido en la
principal forma de comunicación en la sociedad humana. Es la manera que
utilizamos para sentirnos cerca de otras personas, porque ver que alguien se
siente tan mal como nosotros, nos hace sentir mejor. Hay una vieja expresión
que dice: «A la miseria le gusta estar acompañada», y la gente que sufre en el
infierno no quiere estar sola. El miedo y el sufrimiento son un aspecto
importante del sueño del planeta; son la razón de que ese sueño nos continúe
reprimiendo. Si hacemos una analogía y comparamos la mente humana con un
ordenador, el chismorreo es comparable a un virus informático, que no es más
que un programa escrito en el mismo lenguaje que los demás, pero con una
intención dañina. Se introduce en el ordenador cuando menos te lo esperas, y en
la mayoría de los casos, sin que ni siquiera te des cuenta. Una vez se ha
introducido en él, tu ordenador no va demasiado bien o no funciona en absoluto,
porque todo se lía y hay tal cantidad de mensajes contradictorios que resulta
imposible obtener resultados satisfactorios. El chismorreo entre los seres
humanos funciona de la misma manera. Por ejemplo, empiezas un curso con un
nuevo profesor; es algo que esperabas desde hace mucho tiempo. El primer día te
encuentras con alguien que anteriormente asistió a ese curso y te dice: «Ese
profesor es un pedante y un pelmazo! No tiene ni idea, y además, es un
pervertido, de modo que ve con cuidado». Las palabras de esa persona y las
emociones que te transmitió cuando te hizo este comentario se te quedan
inmediatamente grabadas; sin embargo, no eres consciente de qué motivos tenía
para hacértelo. Quizás estaba enfadada por haber suspendido, o simplemente
hacía suposiciones fundamentadas en el miedo y los prejuicios. Pero dado que
has aprendido a ingerir información como un niño, parte de ti cree el chisme. Y
en la clase, mientras el profesor habla,sientes que el veneno aparece en tu
interior y te resulta imposible comprender que lo ves a través de los ojos de
la persona que te fue con el chisme. Entonces, empiezas a hablar de ello con
los otros integrantes del curso, hasta que acaban por ver al profesor del mismo
modo: como un pelmazo y un pervertido. Realmente no soportas estar ahí, y
pronto decides dejar de ir. Culpas al profesor, pero el culpable es el chisme.
Un pequeño virus informático es capaz de generar un lío de este tipo. Una
mínima información errónea puede estropear la comunicación entre las personas e
infectar a todos aquellos que toca, que a su vez contagian a más gente.
Imagínate que cuando otras personas te cuentan chismes, introducen virus
informáticos en tu mente que hacen que pienses cada vez con menor claridad.
Después imagina que, en un esfuerzo por aclarar tu propia confusión y para
aliviarte del veneno, tú también chismorreas y contagias estos virus a otras
personas. Ahora, imagínate que esta pauta prosigue en una cadena interminable
entre todos los seres humanos de la Tierra. El resultado es un mundo lleno de
personas que sólo pueden obtener información a través de circuitos que están
obstruidos por un virus venenoso y contagioso. Una vez más, este virus es lo
que los toltecas denominaron mitote, el caos de miles de voces distintas que
intentan hablar al mismo tiempo en la mente. Aún peores son los magos negros o
«piratas informáticos», que extienden el virus intencionadamente. Recuerda
alguna ocasión en la que tú mismo (o alguien que conozcas) estabas furioso con
otra persona y deseabas vengarte de ella. Para hacerlo, le dijiste algo con la
intención de esparcir el veneno y conseguir que se sintiera mal consigo misma.
De niños actuamos de este modo casi sin darnos cuenta, pero a medida que vamos
creciendo, nuestros esfuerzos por desprestigiar a la gente son mucho más
calculados. Entonces, nos mentimos a nosotros mismos y nos decimos que la
persona en cuestión recibió un justo castigo por su maldad. Cuando contemplamos
el mundo a través de un virus informático, resulta fácil justificar incluso el
comportamiento más cruel. No somos conscientes de que el mal uso de nuestras
palabras nos hace caer más profundamente en el infierno. Durante años, las
palabras de los demás nos han transmitido chismes y nos han lanzado hechizos,
pero lo mismo ha hecho la manera en que utilizamos las palabras con nosotros
mismos. Nos hablamos constantemente, y la mayor parte del tiempo decimos cosas
como: «Estoy gordo. Soy feo. Me hago viejo. Me estoy quedando calvo. Soy
estúpido, nunca entiendo nada. Nunca seré lo suficientemente bueno. Nunca seré
perfecto». ¿Ves de qué modo utilizamos las palabras contra nosotros mismos? Es
necesario que empecemos a comprender lo que son las palabras y lo que hacen. Si
entiendes el Primer Acuerdo (Sé impecable con tus palabras), verás cuántos
cambios ocurren en tu vida. En primer lugar, cambios en tu manera de tratarte y
en tu forma de tratar a otras personas, especialmente aquellas a las que más
quieres. Piensa en las innumerables veces que has explicado chismes sobre el
ser que más amas para conseguir que otras personas apoyasen tu punto de vista.
¿Cuántas veces has captado la atención de otras personas y has esparcido veneno
sobre un ser amado para hacer que tu opinión pareciese correcta? Tu opinión no
es más que tu punto de vista, y no tiene por qué ser necesariamente verdad. Tu
opinión proviene de tus creencias, de tu ego y de tu propio sueño. Creamos todo
ese veneno y lo esparcimos entre otras personas sólo para sentir que nuestro
punto de vista es correcto. Si adoptamos el Primer Acuerdo y somos impecables
con nuestras palabras, cualquier veneno emocional acabará por desaparecer de
nuestra mente y dejaremos de transmitirlo en nuestras relaciones personales,
incluso con nuestro perro o nuestro gato. La impecabilidad de tus palabras
también te proporcionará inmunidad frente a cualquier persona que te lance un
hechizo. Solamente recibirás una idea negativa si tu mente es un campo fértil
para ella. Cuando eres impecable con tus palabras, tu mente deja de ser un
campo fértil para las palabras que surgen de la magia negra, pero sí lo es para
las que surgen del amor. Puedes medir la impecabilidad de tus palabras a partir
de tu nivel de autoestima. La cantidad de amor que sientes por ti es
directamente proporcional a la calidad e integridad de tus palabras. Cuando
eres impecable con tus palabras, te sientes bien, eres feliz y estás en paz.
Puedes trascender el sueño del infierno sólo con llegar al acuerdo de ser
impecable con tus palabras. Ahora mismo estoy plantando una semilla en tu
mente. Que crezca o no, dependerá de lo fértil que sea tu mente para recibir
las semillas del amor. Tú decides si llegas o no a establecer este acuerdo
contigo mismo: Soy impecable con mis palabras. Nutre esta semilla, y a medida
que crezca en tu mente, generará más semillas de amor que reemplazarán a las
del miedo. El Primer Acuerdo cambiará el tipo de semillas para las que tu mente
resulta fértil. Sé impecable con tus palabras. Este es el primer acuerdo al que
debes llegar si quieres ser libre, ser feliz y trascender el nivel de
existencia del infierno. Es muy poderoso. Utiliza tus palabras apropiadamente.
Empléalas para compartir tu amor. Usa la magia blanca empezando por ti. Dite a
ti mismo que eres una persona maravillosa, fantástica. Dite cuánto te amas.
Utiliza las palabras para romper todos esos pequeños acuerdos que te hacen
sufrir. Es posible. Lo es porque yo mismo lo hice y no soy mejor que tú. Somos
exactamente iguales. Tenemos el mismo tipo de cerebro, el mismo tipo de cuerpo;
somos seres humanos. Si yo fui capaz de romper esos acuerdos y crear otros
nuevos, también tú puedes hacerlo. Si yo soy impecable con mis palabras, ¿por
qué no tú? Este acuerdo, por sí solo, es capaz de cambiar toda tu vida. La
impecabilidad de tus palabras te llevará a la libertad personal, al éxito y a
la abundancia; hará que el miedo desaparezca y lo transformará en amor y
alegría. Imagínate lo que es posible crear sólo con la impecabilidad de las
palabras. Trascenderás el sueño del miedo y llevarás una vida diferente. Podrás
vivir en el cielo en medio de miles de personas que viven en el infierno,
porque serás inmune a él. Alcanzarás el reino de los cielos con este acuerdo:
Sé impecable con tuspalabras.
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